jueves, 17 de diciembre de 2009

El antídoto

Sentado en un tren con dirección desconocida, ÉL, detective privado, toma una copa de cava con ELLA, enviada para matarle por meterse con quien no debía en el pasado. ÉL no conoce sus oscuras intenciones, ELLA no se da cuenta de que se está enamorando del hombre a quien debe asesinar. Mientras saborean el último trago del dulce cava, cada uno piensa en diferentes cosas, guardadas en su mente, para que el otro no les pueda conocer demasiado. ELLA medita si acabar con la farsa y decir toda la verdad, pero sabe que si traiciona a sus superiores, su final será inmediato y cruel; ÉL piensa acerca de su nuevo caso, el de una organización de tráfico de drogas y armas, a cuyo dueño ha de desenmascarar.

Falta poco para el final del breve viaje, que se ha desarrollado en buena compañía. Las copas ahora se encuentran vacías, no como las miradas entre ELLOS, que desatan fuego y dudas. Ambos saben que todo terminará cuando el tren se detenga en la siguiente estación, mas no quieren que así sea, desean que todo se alargue más, hasta el infinito del placer.

Cuando ÉL está a punto de hacer un gesto de cariño, ELLA se levanta rápidamente y le grita que su cava estaba envenenado. ÉL no sabe qué decir, ni tan siquiera se levanta del asiento. Pero ella rompe a llorar y mientras corre hacia la salida, grita una dirección. Poco después, ÉL es capaz de reaccionar y la sigue con rapidez, pero en la estación, todo es tumulto, gritos y desesperación. ELLA se pierde entre la multitud, mientras ÉL ordena en su cabeza todo lo ocurrido, ya que no ha sospechado nada sobre ELLA, hasta lo ocurrido tan sólo unos segundos atrás.

Unas horas después, ÉL se halla tumbado en la cama del motel donde se hospeda. No puede pensar ahora en su nuevo caso, sólo en ELLA, en sus labios, su sonrisa y en la copa de cava. Todo se revuelve en su interior, y piensa en quién puede ser el responsable, de que esa hermosa mujer haya acabado con su vida, sin dolor, sin armas, simplemente con un vaso de cava. No sabe cuántas horas le quedan, cada respiración puede ser la última. Debe hacer algo. Entonces, recuerda el nombre de alguien a quien hizo daño años atrás, pero se lo merecía, pues era un mafioso sanguinario, con toda una organización a su alrededor, que él logró desbaratar y llevar a juicio. Y también recuerda a la hija del villano, la recuerda a ELLA.

Por último, en su cabeza cae el recuerdo de la dirección, gritada por ELLA. Con rapidez, se levanta de la cama, sale de la habitación y toma el primer taxi que ve pasar. La dirección coincide con una de las sedes del mafioso, así que todo encaja. Entra con cuidado en la estancia, que se encuentra abierta, y vislumbra una sombra al fondo de la habitación. Enseguida sabe que es ELLA, con sólo ver su silueta dibujada entre las sombras. ELLA se levanta de la silla y se dirige hacia ÉL; su figura es más sexy que nunca. La luna entre las ventanas, deja ver sus rostros. Se miran y comienzan a hablar.

ÉL: “Sé quién eres. Pero también sé que tú no eres como tu padre”.

ELLA: “Afortunadamente para nosotros dos. Por cierto, el antídoto para el veneno está en mis labios”.

ÉL y ELLA, que ahora tienen nombre, se funden en un beso, el más reconfortante, dulce y apasionado del mundo.

Mario Parra Barba (Miguelturra, Ciudad Real)

No hay comentarios:

Publicar un comentario