lunes, 1 de febrero de 2010

Laura

A pesar de sus treinta años, Laura creía en los Cuentos de hadas. Esperaba conversar con La cenicienta y La bella durmiente de un bosque encantado.

Sin duda, creía en los sueños y en sus quimeras, se casaba con un príncipe azul que surgía al besar una rana.

Por eso, todas las mañanas, acudía al estanque situado a las orillas de su pueblo, para atrapar ranas y besarlas.

Besó una, besó dos, besó tres... besó cuatro, besó cinco, besó seis... y el príncipe no aparecía.

Se dijo sin perder la esperanza.

-Seguiré besando ranas y me casaré con un príncipe ¡Seguro!

Hasta que envejeció y cansada de esperar a un príncipe que no llegaba, se sentó a la orilla del estanque y se puso a llorar.

Entonces, un enorme sapo, se acercó y besó sus lágrimas. Laura se convirtió en una bella rana. El anfibio extasiado cayó rendido a sus pies.

El susto la mató. Yace en la frente de una calavera situada en una cornisa de la fachada de la Universidad de Salamanca... descansa en paz amiga.


Inmaculada Cordovilla (Mondragón, Guipuzcoa)

No hay comentarios:

Publicar un comentario