lunes, 1 de febrero de 2010

San Valentín

Díselo con flores, era la frase que se leía en un cartel de colores vivos, colocado en el escaparate de la única floristería que había en mi pueblo.

Díselo con flores, y a mi prima Inés, le regalaron un cactus. Pasó hace muchísimo tiempo, tanto que éramos unas crías.

En aquella época, enredábamos con los chicos, jugueteábamos a enamorarlos y conseguir de ellos una flor por San Valentín.

Sin embargo, ese juego no me agradaba y no era por ser la chica “buena”, ni porque no me gustara “tontear” con los muchachos de mi barrio.

Sino, por culpa de mi aspecto físico (me encontraba atrapada en una gran obesidad. Mis posibilidades de salir victoriosa eran escasas.

¿A que chaval le gustaría con casi 200 kilos de peso? ¿Quién me iba a regalar flores?

Mi prima Inés, muchacha de belleza infinita, se llevaba la palma, con sus encantos naturales, encandilaba a todos los muchachos del entorno.

Sin duda alguna, era ella la chica que más flores recibía por San Valentín.

Un año, recibió un cactus, nunca supo quien se lo había mandado, en la tarjetita adjunta a la planta, se leía con letras de imprenta: Díselo con flores.

Mi prima palideció, no daba crédito a sus ojos, aún recuerdo su cara de perplejidad.

Sin embargo, no perdió las ganas de seguir jugando, y al año siguiente, a pesar de mis protestas, volvimos a hacerlo.

Cuál sería mi sorpresa que, ese año, la que recibió un enorme ramo de rosas rojas fui yo, pero al igual que mi prima, nunca supe quien me lo envió.

Un Para ti, escrito en una tarjeta no me daba pistas y yo, consciente de mi realidad, no quise investigar demasiado, no fuera ser que no fuesen para mí.

Los años pasaron, años, en los que mi tremenda obesidad fue tratada, en ella, se escondía un quiste de 137 kilos ¿toda yo era un quiste?..Casi.

Fui intervenida varias veces, me operaron en apenas tres meses y me costó mucho tiempo recuperarme. Mi vida dio un giro de 360 grados.

Me convertí en otra persona: me formé, viajé, conocí lugares y gentes, me casé…

Solo hoy, desde otra etapa de mi vida, desde otro cuerpo... he dicho a mi prima:

-Inés ¿Sabes quien te envió el cactus en aquel San Valentín de nuestra juventud?
-No.
-Fui yo.
-¿Por qué?
-Te envidiaba, tenias todo: belleza, salud, inteligencia, amores y yo en cambio...
-Me lo temía- dijo- por eso, fui yo la que te envió aquel enorme ramo de rosas.

Inmaculada Cordovilla (Mondragón, Guipozcoa)

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