El reloj de Pablo siempre estaba diez minutos adelantado, pensaba que de esta forma, llegaría el primero a cualquier sitio. Pero esto nunca fue así, otros llegaban antes y lo convertían en él último.
Era el pequeño de sus hermanos porque nació él ultimo, era el último en despertar por las mañanas, él ultimo niño que entraba en clase, fue él ultimo de sus amigos en salirle barba, el ultimo en casarse...
Un día, cayó en sus manos un periódico local, anunciaba una carrera de últimos, el premio sería para él último que llegara a meta, Pablo decidió inscribirse pensando que sin duda ganaría.
El día de la carrera llegó, Pablo estaba en la pista esperando la señal de salida, su familia le animaba y él completamente emocionado, repetía una y otra vez:
Tengo que ganar... tengo que ganar...
El sonido de un silbato dió la orden y comenzó a caminar muy despacio.
-Tengo que dar pasos lentos, tengo que avanzar lentamente... -se recordaba a si mismo con cada pisada.
Nunca miraba atrás, concentrado en su propósito se decía una y otra vez- Tengo que dar pasos lentos, tengo que avanzar lentamente...
Los demás corredores apenas se movieron, entonces... llegó el primero.
Inmaculada Cordovilla (Mondragón, Guipuzcoa)
sábado, 30 de enero de 2010
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