sábado, 30 de enero de 2010

Una gota muy traviesa

Se gestó como se gestan todas las gotas de agua, brotó un buen día en la tripa de una preciosa nube.

Su padre, un joven y apuesto rayo, se enamoró de ese nimbo, tan rápido como su propio nombre indica.

El amor que sentían mutuamente, fue tan maravilloso, que velozmente nacieron miles de gotas de lluvia.

De esa pasión, nació una gotita especialmente traviesa.

Poco a poco creció y se convirtió en una bellísima gota, pero en contra de lo esperado, siguió siendo revoltosa.

Pasaron varios días y uno de ellos, dice la nube:

-Hijas, sois adultas. Debéis vivir la vida. Cuando venga un tifón os iréis.
-¿A donde mama? Pregunto la gota traviesa.
-Bajareis a la tierra.-contestó su madre.
-¿Por qué? Volvió a preguntar la gotita.
-Ley de vida
-Yo no quiero ir- dijo la gota rebelde.
-No hay elección, iras a un río, luego a una bahía y después al mar.
-¿Que es eso? madre
-Una inmensidad de agua sobre la tierra ¡preciosa! Ya veras.
-No quiero ir.
-Debes ir…
y antes de poder acabar la frase, una borrasca se la llevó.

De pronto, la gotita traviesa apareció en el cristal de una puerta que cerraba un balcón repleto de rosas y empezó a deslizarse por él.

-¡Que divertido!- pensó.

Una vivaracha niña de 5 añitos la vio y gritó asombrada:

- ¡Mira mama!, Una gota juguetona.
-Si hija, no la toques.
-¿Por qué? Mamá.
-Déjale divertirse- contestó su madre mientras seguía cosiendo.

La curiosa niña quiso tener la gota entre sus dedos y desobedeciendo la orden de su madre la cogió.

-¡Que húmeda!- pensó

Y la gota lentamente… se secó.

Inmaculada Cordovilla (Mondragón, Guipuzcoa)

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