sábado, 30 de enero de 2010

La amapola y la niña

-¡No me toques que mancho!- le dijo la amapola a esa niña rubia de ojos azules que quería tocar sus pétalos.
-¿Quien habla?- pregunta la cría sin dar crédito a sus oídos.
-Yo- dijo la flor.
-No puede ser ¡las flores no hablan!
-¿Quien dijo eso?- pregunta la amapola con asombro.
-Mi madre.
-¿Cuándo?
-Cada vez que riego las plantas de mi jardín.
-¿Por qué?
-Te cuento, yo visito a mis flores con frecuencia, las contemplo orgullosa, quito las hojas secas, las mimo, las riego, les hablo…
-¿Y que?
- Ella, dice que por qué os hablo, si vosotras no me vais a contestar.
-Es que los adultos no pueden oírnos.
-¿Y los niños sí?
-Pues sí.
-¿Por qué?
-Vosotros sois especiales.
-Eso ya lo sabía.
-¿Sabias que eres especial?
-Sí.
-¿Quien te lo ha dicho?
-Mi madre.
-¿Tu madre te ha dicho que eres especial?
-Sí.
-¿Por qué?
-Porque… soy su hija.
-¡Que graciosa! dijo la amapola- abriendo sus pétalos con sorpresa.

Inmaculada Cordovilla (Mondragón, Guipuzcoa)

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