jueves, 28 de enero de 2010

Sueño

Estamos todos en el comedor. Sentados en el sofá, alrededor de la mesa. También está mi tío. Es raro porque no le vemos a menudo. Vive en Francia.

Por la ventana, veo pasar un dinosaurio. Creo que es uno de los malos, un tiranosaurio rex. No es muy grande, mide lo justo para poder entrar por la ventana y tragarse a mi tío.

Nadie se inmuta. Todo el mundo lo ha visto pero parece algo normal. Yo tampoco me alarmo. De pronto, me doy cuenta de que viene a por mí. Entonces sí me preocupo. Corro a cerrar la puerta de la entrada de casa, aunque el dinosaurio ya había entrado por la ventana. Y, por una extraña pero simple asociación de ideas propia del inconsciente, me encuentro no cerrando la puerta sino una ventana, la de mi habitación. Me he tele-transportado.

Ahora estoy solo. Los demás siguen en el comedor sin percatarse de nada, viendo la tele. Sé que todas las puertas y ventanas de la casa están cerradas pero eso no es suficiente, el monstruo está dentro. Estoy nervioso, asustado y encima no hay nadie que me proteja. Todo se oscurece, tengo la sensación de ser una sombra que pasa por delante de ellos sin que me echen cuenta.

En mi habitación, el dinosaurio me engulle. Des del comedor, todos lo han visto y siguen a lo suyo.

Sigo soñando

Estoy con mis amigos en casa de un vecino, el de la casa que hace esquina. Estamos sentados en la mesa. Comiendo. De pronto, un hombre “raro” nos ofrece una bebida “verde”. Mis colegas empiezan a beber y yo me doy cuenta de que se están convirtiendo en zombis. Lo sé porque, al beber lo verde, la cabeza se les cae encima de la mesa y, al levantarla, pese a no evidenciar ningún cambio, ya no son los mismos.

Yo no bebo. El que tengo a mi lado aún no ha bebido y también se da cuenta de que estamos los dos solos rodeados de muertos vivientes. A él no le gusta luchar y decide unirse a la masa antes que ser devorado por ella. Bebe y se convierte en uno de ellos.

Buena reacción, pienso. Pero ha tomado el camino fácil, se ha dejado llevar por el miedo y ha sucumbido a la imposición social. Siento envidia. Me veo tentado por seguir sus pasos, total, tampoco parecen tan malos. Pero, aunque aterrado y de nuevo solo, intento sobrevivir.

Para que no sospechen, bebo un poco de líquido verde mezclado con otra bebida (agua, supongo; siempre bebo agua). Me hago el zombi y creen que soy uno de los suyos. Entonces, moviéndome y actuando como ellos, consigo salir de la casa de mi vecino y, en la calle, pido ayuda.

Eric Monteagudo Guerrero (Torrelles de Llobregat, Barcelona)

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