Aquella noche Rebeca intentaba dormir, pero el sueño decidió tenerla en vela. Mirando a un techo en penumbra contaba ovejitas: Una oveja... dos ovejas... tres ovejas... cuatro ovejas...
De pronto:
-Guau... guau... guau...
Los ladridos del perro de la vecina la impacientan ¡maldito can! Susurra fastidiada. Tratando de ignorarlo sigue contando ovejitas: cinco ovejas... seis ovejas... siete ovejas...
De repente:
-Tras, tras...tras, tras...
El sonido de una llave en la cerradura confirma la llegada de su padre. ¡Ya estamos todos! Se dice así misma y dispuesta a dormir sigue contando ovejitas: ocho ovejas... nueve ovejas... diez ovejas...
Entonces:
-Achisss… achisss… achisss…
La alergia al polvo de su padre la descentra,- debe haber mucho en su alcoba porque no para de estornudar- dice, segundos después, sigue con su recuento: once ovejas… doce ovejas…trece ovejas…
-Cucu... cucu... cucu...
Un antiguo reloj de pared heredado de su bisabuelo marca las tres de la madrugada. Desesperada por su sonido sigue contando ovejitas: catorce ovejas... quince ovejas… dieciséis ovejas…
De repente:
-Cri, cri... cri, cri... cri, cri...
El canto de un grillo la desconcierta de nuevo - ¿quién nos mandaría vivir a las afueras del pueblo?- se pregunta cabreada. Irritada sigue contando ovejitas; diecisiete ovejas… dieciocho ovejas… diecinueve ovejas…
De pronto:
-Buaaaa... buaaa... buaaa...
El llanto de su hermana pequeña la llena de rabia ¿no te das cuenta que necesito dormir? Le grita sabiendo que no puede oírla. Sigue contando ovejitas: veinte ovejas... veintiuna ovejas... veintidós ovejas...
De repente:
-Miauuu... miauuu... miauuu...
Un gato maullando debajo de su ventana la enfada aun mas, se revuelve dentro de la cama, da patadas y se tapa los oídos con la almohada, después, sigue con sus ovejitas: veintitrés ovejas... veinticuatro ovejas...
De pronto:
-Guau... guau... guau...
El perro de la vecina vuelve a ladrar, nunca pudo soportar a ese gato engreído que pasea de noche por el barrio ¿Qué es esto? Se dice y… sigue con las ovejitas: veinticinco ovejas... veintiséis ovejas...
De repente:
-Catacloc… Catacloc… Catacloc…
Los pasos de la pata de palo de su abuelo rompen la serie numérica de su rebaño ¡Pobre! Sufre insomnio y no oye – piensa. después, sigue contando ovejitas: veintisiete ovejas… veintiocho ovejas…
De pronto:
Cucu… cucu… cucu…
El antiguo reloj de pared de su bisabuelo marca las cuatro de la mañana. Golpea la pared y grita – ahogaré a ese pajarraco -, después sigue con las ovejitas: veintinueve ovejas… treinta ovejas…
De repente:
Sssssss…. Ssssss… sssssss…
Un fuerte viento la desorienta y la llena de pánico, cubre su cabeza con el edredón y sigue contando ovejitas: treinta y una ovejas… treinta y dos ovejas… treinta y tres ovejas…
De pronto:
- La Ramona pechugona es la mas gorda de las muuujeres del pueblo….
¡Por Dios! Ahora un hombre con la música de su coche a todo volumen, necesito dormir, grita histérica, un rato después, sigue contando ovejitas treinta y cuatro ovejas… treinta y cinco ovejas…
De repente:
Su propia voz dice de forma entrecortada: trein… ta y… seis… ovejas… trein… ta y siete… ovejas… trein... ta y ocho ovejas... trein... ta y nueve ovejas… y por fin se duerme.
De pronto:
Ring… ring… ring…
El despertador le anuncia la hora de despertar- no puedo hacerlo grita con rabia, estoy agotada y de un manotazo arroja el reloj fuera de su vista. El aparato yace en la alfombra destripado por el golpe.
De repente:
-Rebeca, vamos despierta, perderás el autobús- dice su madre.
-No puedo mama.
-¿Porque? hija
-Estoy agotada.
-¿No dormiste bien?
-No mamá
-¿Qué te pasó?
-Los sonidos de la noche me tuvieron en vela.
-Rebeca, es la excusa más tonta que conozco para no ir al colegio.
-No es un pretexto mamá dice Rebeca.
-A la escuela y no hay mas que decir.- grita su madre.
-No quiero ir.
- Irás-le dice su madre enfadadísima.
-Sí mamá- dice mientras piensa- ¡A los adultos no hay Dios que les entienda!
De pronto:
-Guau... guau... guau...
Los ladridos del perro de la vecina la impacientan ¡maldito can! Susurra fastidiada. Tratando de ignorarlo sigue contando ovejitas: cinco ovejas... seis ovejas... siete ovejas...
De repente:
-Tras, tras...tras, tras...
El sonido de una llave en la cerradura confirma la llegada de su padre. ¡Ya estamos todos! Se dice así misma y dispuesta a dormir sigue contando ovejitas: ocho ovejas... nueve ovejas... diez ovejas...
Entonces:
-Achisss… achisss… achisss…
La alergia al polvo de su padre la descentra,- debe haber mucho en su alcoba porque no para de estornudar- dice, segundos después, sigue con su recuento: once ovejas… doce ovejas…trece ovejas…
-Cucu... cucu... cucu...
Un antiguo reloj de pared heredado de su bisabuelo marca las tres de la madrugada. Desesperada por su sonido sigue contando ovejitas: catorce ovejas... quince ovejas… dieciséis ovejas…
De repente:
-Cri, cri... cri, cri... cri, cri...
El canto de un grillo la desconcierta de nuevo - ¿quién nos mandaría vivir a las afueras del pueblo?- se pregunta cabreada. Irritada sigue contando ovejitas; diecisiete ovejas… dieciocho ovejas… diecinueve ovejas…
De pronto:
-Buaaaa... buaaa... buaaa...
El llanto de su hermana pequeña la llena de rabia ¿no te das cuenta que necesito dormir? Le grita sabiendo que no puede oírla. Sigue contando ovejitas: veinte ovejas... veintiuna ovejas... veintidós ovejas...
De repente:
-Miauuu... miauuu... miauuu...
Un gato maullando debajo de su ventana la enfada aun mas, se revuelve dentro de la cama, da patadas y se tapa los oídos con la almohada, después, sigue con sus ovejitas: veintitrés ovejas... veinticuatro ovejas...
De pronto:
-Guau... guau... guau...
El perro de la vecina vuelve a ladrar, nunca pudo soportar a ese gato engreído que pasea de noche por el barrio ¿Qué es esto? Se dice y… sigue con las ovejitas: veinticinco ovejas... veintiséis ovejas...
De repente:
-Catacloc… Catacloc… Catacloc…
Los pasos de la pata de palo de su abuelo rompen la serie numérica de su rebaño ¡Pobre! Sufre insomnio y no oye – piensa. después, sigue contando ovejitas: veintisiete ovejas… veintiocho ovejas…
De pronto:
Cucu… cucu… cucu…
El antiguo reloj de pared de su bisabuelo marca las cuatro de la mañana. Golpea la pared y grita – ahogaré a ese pajarraco -, después sigue con las ovejitas: veintinueve ovejas… treinta ovejas…
De repente:
Sssssss…. Ssssss… sssssss…
Un fuerte viento la desorienta y la llena de pánico, cubre su cabeza con el edredón y sigue contando ovejitas: treinta y una ovejas… treinta y dos ovejas… treinta y tres ovejas…
De pronto:
- La Ramona pechugona es la mas gorda de las muuujeres del pueblo….
¡Por Dios! Ahora un hombre con la música de su coche a todo volumen, necesito dormir, grita histérica, un rato después, sigue contando ovejitas treinta y cuatro ovejas… treinta y cinco ovejas…
De repente:
Su propia voz dice de forma entrecortada: trein… ta y… seis… ovejas… trein… ta y siete… ovejas… trein... ta y ocho ovejas... trein... ta y nueve ovejas… y por fin se duerme.
De pronto:
Ring… ring… ring…
El despertador le anuncia la hora de despertar- no puedo hacerlo grita con rabia, estoy agotada y de un manotazo arroja el reloj fuera de su vista. El aparato yace en la alfombra destripado por el golpe.
De repente:
-Rebeca, vamos despierta, perderás el autobús- dice su madre.
-No puedo mama.
-¿Porque? hija
-Estoy agotada.
-¿No dormiste bien?
-No mamá
-¿Qué te pasó?
-Los sonidos de la noche me tuvieron en vela.
-Rebeca, es la excusa más tonta que conozco para no ir al colegio.
-No es un pretexto mamá dice Rebeca.
-A la escuela y no hay mas que decir.- grita su madre.
-No quiero ir.
- Irás-le dice su madre enfadadísima.
-Sí mamá- dice mientras piensa- ¡A los adultos no hay Dios que les entienda!
Inmaculada Cordovilla (Mondragón, Guipuzcoa)
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