Juani y Zacarías eran hermanos. Sus padres siempre les habían criado de manera igualitaria, intentando que cada uno tuviera unos gustos y unas cualidades, que se alejasen de los impuestos por la sociedad. La educación en casa era tolerante, abierta e impregnada de una gran libertad para ambos.
No obstante, las cosas en la escuela eran más bien distintas. Zacarías no quería cuentas con su hermana y se dedicaba a subir las faldas de las niñas, o a jugar a fútbol con sus compañeros de clase. Juani se veía obligada a jugar a la comba o con sus muñecas, a pesar de que se aburría soberanamente. Lo que ella deseaba con todas sus ganas, era entrar en el equipo de atletismo del colegio, que tenía mucha fama y éxitos. Además, ella poseía un físico muy atlético, no se perdía ni un campeonato por televisión y le encantaba el deporte, que practicaba en casa desde pequeña. Pero el inconveniente no procedía de su parte, sino que ningún entrenador la había aceptado, a pesar de haber pasado las pruebas de aptitud necesarias. En cambio, su hermano, que había realizado unas pruebas peores que las suyas, había sido admitido sin problema. El entrenador le había dicho que no soportaría la presión de un torneo contra otros colegios, y que sus contrincantes no serían tan suaves como las pruebas de admisión. No obstante, un día llegó su oportunidad.
Caminando con sus amigas hacia casa, Juani vio el cartel de un campeonato de atletismo, que se celebraba en su pueblo. No tenía nada que ver con el colegio, por lo que ahí vio su oportunidad. Al llegar a casa, lo comentó en el transcurso de la comida. Sus padres se alegraron mucho y le advirtieron de que debía prepararse a conciencia, si realmente quería ganar. Pero a Zacarías no le hizo gracia la idea. Le dijo a su hermana que él también se apuntaría a la carrera, y que pensaba arrasar. Juani no se lo pensaba poner fácil.
Cuando entró en el despacho donde había que inscribirse, el encargado no se lo podía creer, ya que sólo se habían apuntado chicos al campeonato. Le advirtió que no harían otro concurso para chicas, y que tendría que correr contra los chicos de su pueblo, sin ningún favoritismo. Ella ni se lo pensó, pagó el precio para apuntarse y se marchó. El campeonato era dentro de dos semanas y tenía que entrenar a tope.
Por su parte, Zacarías reía de la ocurrencia de su hermana junto a sus amigos, pero en el fondo le daba miedo perder ante una chica. Cuando llegó el día de la carrera, Zacarías se había dedicado más a burlarse de su hermana que a entrenar, mientras que Juani no había dejado escapar ni un solo día de entreno. Los chicos miraban a Juani incrédulos, pensando que no sería rival para ellos. La prueba consistía en varias carreras, divididas por grupos, con el fin de clasificarse para la gran final, a la que solamente llegarían los ocho mejores atletas. Los hermanos tendrían que quedar entre los tres primeros de cada carrera, si querían pasar a la siguiente ronda.
Y comenzó el torneo. Los padres de todos los jóvenes estaban expectantes en las gradas. También estaban presentes los padres de Juani y Zacarías, que no paraban de animar a sus hijos. La primera carrera comenzó. En su grupo, Juani quedó segunda, casi sin esfuerzo, y Zacarías llegó en tercer lugar en su otro grupo. Las carreras fueron transcurriendo y los dos hermanos se acabaron clasificando para la final. Juani había hecho un gran esfuerzo hasta el momento y no pensaba rendirse. Antes del pistoletazo de salida, Zacarías miró a su hermana y pensó que era más fuerte de lo que creía.
La carrera comenzó y todos los atletas salieron disparados hacia la meta. Juani salió muy rápido y se colocó fugazmente en primer lugar. Un chico de su curso la seguía de cerca. Al adelantarla, le sacó la lengua en signo de burla. Entonces, Juani pegó dos zancadas y se volvió a situar segunda. Su hermano la seguía muy de cerca. Unos segundos después, un chico alto y fuerte se puso justo al lado de Juani, mientras Zacarías se encontraba en la tercera posición. El chico propinó un empujón a Juani con su hombro, con lo que la chica cayó al suelo, al perder el equilibrio. Todos siguieron corriendo y llegaron a la meta, ante los vítores del público. Todos menos Juani, que yacía llorando en el suelo, y su hermano, que se había detenido junto a ella, para ayudarla a levantarse. Ambos llegaron andando a la meta y recibieron más aplausos que el resto de los campeones. Juani no ganó ninguna medalla en el torneo, pero obtuvo algo más importante: el respeto de su hermano y del resto de chicos, y su admisión en el equipo de atletismo de su colegio. El año siguiente se volvería a apuntar al campeonato, y esa vez no caería.
Mario Parra Barba (Miguelturra, Ciudad Real)
No obstante, las cosas en la escuela eran más bien distintas. Zacarías no quería cuentas con su hermana y se dedicaba a subir las faldas de las niñas, o a jugar a fútbol con sus compañeros de clase. Juani se veía obligada a jugar a la comba o con sus muñecas, a pesar de que se aburría soberanamente. Lo que ella deseaba con todas sus ganas, era entrar en el equipo de atletismo del colegio, que tenía mucha fama y éxitos. Además, ella poseía un físico muy atlético, no se perdía ni un campeonato por televisión y le encantaba el deporte, que practicaba en casa desde pequeña. Pero el inconveniente no procedía de su parte, sino que ningún entrenador la había aceptado, a pesar de haber pasado las pruebas de aptitud necesarias. En cambio, su hermano, que había realizado unas pruebas peores que las suyas, había sido admitido sin problema. El entrenador le había dicho que no soportaría la presión de un torneo contra otros colegios, y que sus contrincantes no serían tan suaves como las pruebas de admisión. No obstante, un día llegó su oportunidad.
Caminando con sus amigas hacia casa, Juani vio el cartel de un campeonato de atletismo, que se celebraba en su pueblo. No tenía nada que ver con el colegio, por lo que ahí vio su oportunidad. Al llegar a casa, lo comentó en el transcurso de la comida. Sus padres se alegraron mucho y le advirtieron de que debía prepararse a conciencia, si realmente quería ganar. Pero a Zacarías no le hizo gracia la idea. Le dijo a su hermana que él también se apuntaría a la carrera, y que pensaba arrasar. Juani no se lo pensaba poner fácil.
Cuando entró en el despacho donde había que inscribirse, el encargado no se lo podía creer, ya que sólo se habían apuntado chicos al campeonato. Le advirtió que no harían otro concurso para chicas, y que tendría que correr contra los chicos de su pueblo, sin ningún favoritismo. Ella ni se lo pensó, pagó el precio para apuntarse y se marchó. El campeonato era dentro de dos semanas y tenía que entrenar a tope.
Por su parte, Zacarías reía de la ocurrencia de su hermana junto a sus amigos, pero en el fondo le daba miedo perder ante una chica. Cuando llegó el día de la carrera, Zacarías se había dedicado más a burlarse de su hermana que a entrenar, mientras que Juani no había dejado escapar ni un solo día de entreno. Los chicos miraban a Juani incrédulos, pensando que no sería rival para ellos. La prueba consistía en varias carreras, divididas por grupos, con el fin de clasificarse para la gran final, a la que solamente llegarían los ocho mejores atletas. Los hermanos tendrían que quedar entre los tres primeros de cada carrera, si querían pasar a la siguiente ronda.
Y comenzó el torneo. Los padres de todos los jóvenes estaban expectantes en las gradas. También estaban presentes los padres de Juani y Zacarías, que no paraban de animar a sus hijos. La primera carrera comenzó. En su grupo, Juani quedó segunda, casi sin esfuerzo, y Zacarías llegó en tercer lugar en su otro grupo. Las carreras fueron transcurriendo y los dos hermanos se acabaron clasificando para la final. Juani había hecho un gran esfuerzo hasta el momento y no pensaba rendirse. Antes del pistoletazo de salida, Zacarías miró a su hermana y pensó que era más fuerte de lo que creía.
La carrera comenzó y todos los atletas salieron disparados hacia la meta. Juani salió muy rápido y se colocó fugazmente en primer lugar. Un chico de su curso la seguía de cerca. Al adelantarla, le sacó la lengua en signo de burla. Entonces, Juani pegó dos zancadas y se volvió a situar segunda. Su hermano la seguía muy de cerca. Unos segundos después, un chico alto y fuerte se puso justo al lado de Juani, mientras Zacarías se encontraba en la tercera posición. El chico propinó un empujón a Juani con su hombro, con lo que la chica cayó al suelo, al perder el equilibrio. Todos siguieron corriendo y llegaron a la meta, ante los vítores del público. Todos menos Juani, que yacía llorando en el suelo, y su hermano, que se había detenido junto a ella, para ayudarla a levantarse. Ambos llegaron andando a la meta y recibieron más aplausos que el resto de los campeones. Juani no ganó ninguna medalla en el torneo, pero obtuvo algo más importante: el respeto de su hermano y del resto de chicos, y su admisión en el equipo de atletismo de su colegio. El año siguiente se volvería a apuntar al campeonato, y esa vez no caería.
Mario Parra Barba (Miguelturra, Ciudad Real)
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