-Dos por dos cuatro. Dos por dos cuatro. Dos por dos cuatro. Dos por dos cuatro .Dos por dos cuatro.
-Hijo mío ¿Qué te pasa?
-Dos por dos cuatro. Dos por dos cuatro. Dos por dos cuatro. Dos por dos cuatro. Dos por dos cuatro.
-Doctor, Doctor. Mi hijo no deja de repetir que dos por dos son cuatro. Ya verá, ya verá ¡Habla hijo mío!
-Dos por dos cuatro. Dos por dos cuatro. Dos por dos cuatro. Dos por dos cuatro. Dos por dos cuatro.
-No se preocupe Sra. Déle estas pastillas y cuando las termine, vuelva…
-¿Qué tal? ¿Cómo le fueron las pastillas?
-Mire Sr. Doctor: no solo no le hicieron nada, si no, que ahora le suma dos más. Ya verá: ¡Habla hijo mío!
-Dos por dos cuatro más dos seis. Dos por dos cuatro más dos seis. Dos por dos cuatro más dos seis. Dos por dos cuatro más dos seis, Dos por dos cuatro más dos seis..
-Tiene razón Sra. Déle estas pastillas y cuando las termine, vuelva…
-¿Qué tal? ¿Cómo le fueron las pastillas?
-Mire Sr. Doctor: ha vuelto a lo de antes.
-¡Ah! Esto es un logro.
-No, no. No me ha comprendido, ahora es mucho peor.
-¿Qué me dice, no le comprendo?
-Quiero decir que al principio, que al principio decía dos por dos cuatro, después le sumó dos y ahora le resta esos dos. Ya verá, ya verá: ¡Habla hijo mío!
-Dos por dos cuatro más dos seis menos dos cuatro. Dos por dos cuatro más dos seis menos dos cuatro. Dos por dos cuatro más dos seis menos dos cuatro. Dos por dos cuatro más dos seis menos dos cuatro. Dos por dos cuatro más dos seis menos dos cuatro.
-Estoy muy preocupada Sr. Doctor. No sé qué hacer.
-No se preocupe Sra. Mire: déle estas pastillas y cuando las termine. Vuelva.
-No, no. Déjelo. Si total, tampoco tiene tanta importancia.
Venancio Rodríguez Sanz (Zaragoza)
sábado, 2 de enero de 2010
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